La personalidad es el resultado de la negociación entre las cualidades temperamentales o innatas del niño (sensibilidad, sociabilidad, cambios de humor,…) y las experiencias que el niño en desarrollo afronta tanto en el seno de su familia como con sus compañeros. La herencia genética tiene un profundo impacto sobre nuestro desarrollo, determinando las características innatas de nuestro sistema nervioso y el modo en que reaccionaremos con las otras personas. Por su parte, la experiencia también influye directamente en el desarrollo infantil, ya que es capaz de activar determinados genes y, en consecuencia, de modelar nuestra estructura cerebral. En este sentido, la oposición entre naturaleza y cultura es falsa porque, para el desarrollo optimo de los niños, la naturaleza (la genética) necesita de la cultura (la experiencia). De ese modo los genes y la experiencia colaboran estrechamente para llegar a modelar quienes somos.
Daniel J. Siegel y Mary Hartzell , Ser padres conscientes, Edic. La Llave, 2005
1. LA TEORIA DEL APEGO
La
necesidad de bebé de estar próximo a su madre, de ser acunado en brazos,
protegido y cuidado ha sido estudiada científicamente.
Fue
el psicólogo John Bowlby (1907-1990) que en
su trabajo en instituciones con niños privados de la figura materna le condujo
a formular la Teoría del apego.
El
apego es el vínculo emocional que desarrolla el niño con sus padres (o
cuidadores) y que le proporciona la seguridad emocional indispensable para un
buen desarrollo de la personalidad. La tesis fundamental de la Teoría del Apego
es que el estado de seguridad, ansiedad o temor de un niño es determinado en
gran medida por la accesibilidad y capacidad de respuesta de su principal
figura de afecto (persona con que se establece el vínculo).
El apego proporciona la seguridad emocional del
niño: ser aceptado y protegido incondicionalmente. Está planteamiento también
puede observarse en distintas especies animales y que tiene las mismas
consecuencias:
la proximidad deseada de la madre como base para la protección y la continuidad
de la especie.
El trabajo de Bowlby estuvo influenciado por Konrad Lorenz (1903-1989) quien en sus estudios con gansos y patos en los años 50, reveló que las aves podían desarrollar un fuerte vínculo con la madre (teoría instintiva) sin que el alimento estuviera por medio. Pero fue Harry Harlow (1905-1981) con sus experimentos con monos, y su descubrimiento de la necesidad universal de contacto quien le encaminó de manera decisiva en la construcción de la Teoría del Apego.
El
bebé –según está teoría- nace con un repertorio de conductas las cuales tienen
como finalidad producir respuestas en los padres: la succión, las sonrisas
reflejas, el balbuceo,
la
necesidad de ser acunado y el llanto, no
son más que estrategias por decirlo de alguna manera del bebé para vincularse
con sus papás. Con este repertorio los bebés buscan mantener la proximidad con
la figura de apego, resistirse a la separación, protestar si se lleva a cabo
(ansiedad de separación), y utilizar la figura de apego como base de seguridad
desde la que explora el mundo.
Más tarde Mary Ainsworth (1913-1999) en su trabajo
con niños en Uganda, encontró una información muy valiosa para el estudio de
las diferencias en la
calidad
de la interacción madre-hijo y su influencia sobre la formación del apego.
Ainsworth encontró tres patrones principales de apego: niños de apego seguro
que lloraban poco y se mostraban contentos cuando exploraban en presencia de la
madre; niños de apego inseguro, que lloraban frecuentemente, incluso cuando
estaban en brazos de sus madres; y niños que parecían no mostrar apego ni
conductas diferenciales hacia sus madres. Estos comportamientos dependían de la
sensibilidad de la madre a las peticiones del niño.
La
teoría del apego tiene una relevancia universal, la importancia del contacto
continuo con el bebé, sus cuidados y la sensibilidad a sus demandas están
presentes en todos los modelos de crianzas derivados de los diferentes
medios culturales.
Los estilos de apego se desarrollan tempranamente y se mantienen generalmente durante toda la vida, permitiendo la formación de un modelo interno que integra por un lado creencias acerca de sí mismo y de los demás, y por el otro una serie de juicios que influyen en la formación y mantenimiento de las dinámicas relacionales durante toda la vida de individuo. Por esto resulta importante la figura del primer cuidador, generalmente la madre, ya que el tipo de relación que se establezca entre ésta y el niño será determinante en el estilo de apego que se desarrollará. No obstante, otras figuras significativas como el padre y los hermanos
pasan
a ocupar un lugar secundario y complementario, lo que permite establecer una
jerarquía en las figuras de apego.
Los
tres elementos fundamentales del proceso de apego:
·
Sintonía: La armonía entre el estado interno de los padres y el estado interno
de los hijos suele ser alcanzada cuando unos y otros comparten de manera
continúen te las señales no verbales.
·
Equilibrio: La sintonía con el estado de los padres permite a los hijos
equilibrar sus propios estados corporales, emocionales y mentales.
·
Coherencia: Es el sentido de integración que alcanzan los niños cuando, en
relación con los adultos, experimentan conexión interpersonal e integración
interna.
Tipos
de apego:
- APEGO SEGURO: El apego seguro se da cuando la persona que cuida demuestra cariño, protección, disponibilidad y atención a las señales del bebé, lo que le permite desarrollar un concepto de sí mismo positivo y un sentimiento de confianza. En el dominio interpersonal, las personas seguras tienden a ser más cálidas, estables y con relaciones íntimas satisfactorias, y en el dominio intrapersonal, tienden a ser más positivas, integradas y con perspectivas coherentes de sí mismo.
- APEGO ANSIOSO: El apego ansioso se da cuando el cuidador está física y emocionalmente disponible sólo en ciertas ocasiones, lo que hace al individuo más propenso a la ansiedad de separación y al temor de explorar el mundo. No tienen expectativas de confianza respecto al acceso y respuesta de sus cuidadores, debido a la inconsistencia en las habilidades emocionales. Es evidente un fuerte deseo de intimidad, pero a la vez una sensación de inseguridad respecto a los demás. Puede ser de dos tipos:
a) Apego ambivalente: responden
a la separación con angustia intensa y mezclan comportamientos de apego con
expresiones de protesta, enojo y resistencia. Debido a la inconsistencia en las
habilidades emocionales de sus cuidadores, estos niños no tienen expectativas
de confianza respecto al acceso y respuesta de sus cuidadores.
b) Apego evitativo: El apego evitativo
se da cuando el cuidador deja de atender constantemente las señales de
necesidad de protección del niño, lo que no le permite el desarrollo del
sentimiento de confianza que necesita. Se sienten inseguros hacia los demás y
esperan ser desplazados sobre la base de las experiencias pasadas de abandono.
- APEGO DESORGANIZADO DESORIENTADO: El cuidador ante las señales del niño tiene respuesta desproporcionadas y/o inadecuadas, incluso en su desesperación, al no poder calmar al niño, el cuidador entra en procesos de disociación. Esta conducta del adulto desorienta al niño y no le da seguridad y le genera ansiedad adicional.
2.
LA CRIANZA CON APEGO: Attachment parenting
La
crianza con apego
(attachment parenting) es una frase acuñada por el pediatra norteamericano William Sears. Se trata de una filosofía
de crianza basada en los principios de la teoría del apego.
De
acuerdo a la teoría del apego, los bebés establecen un fuerte vínculo emocional
con sus padres, un vínculo precursor de la seguridad y de la empatía en las
relaciones personales en la edad adulta. Un inadecuado establecimiento de un
vínculo seguro en la infancia puede conllevar a dificultades psicológicas.
La
crianza con apego, propuesta originalmente por John Bowlby, afirma que el niño
tiene una tendencia a buscar la cercanía a otra persona y se siente seguro
cuando esa persona está presente y es sensible a cubrir sus necesidades tanto
físicas como emocionales. Bowlby había propuesto en 1951 la hipótesis de que
la privación materna no sólo causaba depresión en la niñez, sino también
hostilidad e incapacidad para establecer relaciones saludables en la vida
adulta. Dentro de
esta teoría los niños biológicamente están “diseñados” a estar apegados a sus
padres, no sólo para satisfacer sus necesidades sino porque son seres
profundamente sociales.
Para la crianza con apego, existen ocho principios fundamentales que promueven la vinculación segura entre los padres y el niño. Aunque ninguno de estos principios se derivan directamente de la investigación inicial, se presentan como prácticas de crianza que dan lugar a una vínculo seguro. Unos padres sensibles, coherentes en sus respuestas y disponibles emocionalmente garantizan un sano establecimiento de la vinculación emocional:
2. Comprender y responder de forma sensible a las necesidades emocionales del niño.
3. Lactancia materna.
4. Cargar en brazos al bebé.
5. Compartir el sueño.
6. Evitar las separaciones frecuentes o prolongadas.
7. Usar la disciplina positiva.
8. Mantener una vida familiar estable.
Estos
padres tratan de comprender las necesidades psicológicas de sus hijos, con la
finalidad de no hacerse expectativas poco realistas de la conducta infantil. La
disciplina para esta filosofía toma en cuenta la edad del niño para evitar la
frustración que se produce cuando se esperan cosas más allá de la capacidad del
pequeño. Disciplina significa orientar a los niños, mostrarles las
consecuencias naturales de sus actos, la escucha, la modelización y descarta
los medios punitivos como el cachete o el tiempo fuera.
El
Dr. Sears sostiene que un bebé es mentalmente incapaz de manipular para
conseguir la atención de sus padres.
La
crianza con apego no significa que un niño no pueda por sí solo satisfacer sus
necesidades, estará capacitado para ello en la medida que sus padres sean
sensibles cuando estas surgen. Estas necesidades hay que entenderlas en el
tiempo, como surgen, como cambian, cuales son sus circunstancias. Los padres deben
ser flexibles e idear formas de responder a ellas adecuadamente siempre bajo un
clima amoroso y conciliador. Por ejemplo, el bebé que pide estar en brazos,
simplemente lo necesita y no lo pide porque “es un pesado”, si esta necesidad
está satisfecha, el bebé más adelante se sentirá seguro al comenzar la etapa
del gateo, no pedirá tanto estar en brazos, pero surgirán otras necesidades
acordes con su etapa evolutiva.
Los
niños a los cuales se les cría con desapego buscarán a lo largo de su vida
otras formas de cubrir las necesidades dando lugar lamentablemente a trastornos
mentales y sociales.
3. LA
QUIMICA DEL APEGO
Las
hormonas son las encargadas de regular los sistemas del cuerpo y ayudar al
individuo a reaccionar frente al medio ambiente. Una de estas hormonas es el cortisol, producida por
las glándulas suprarrenales. Una de sus funciones es ayudar a las personas a
afrontar el estrés y hacer ajustes corporales para hacer frente a situaciones de
peligro. Para que el cuerpo funcione adecuadamente debe haber un equilibrio en
los niveles de cortisol, si hay muy poco el cuerpo se “apaga”, si hay mucho se
convierte en angustia.
El
cortisol es una de las hormonas que desempeña un papel importante en las
respuestas emocionales del individuo. Al revisar la calidad de apego
entre madre e hijo, los investigadores han encontrado que el apego seguro
mantiene al bebé en equilibrio emocional. Un vínculo inseguro, una
respuesta inadecuada a las necesidades del bebé acostumbra a éste a un bajo
nivel hormonal, lo que lo convierte en apático o puede mantener constantemente
estrés debido a la alta concentración hormonal en su organismo traduciéndose en
bebés angustiados.
El niño está en un estado hormonal que le proporciona
bienestar, se esfuerza por mantener ese estado. Los científicos están
confirmando que las mamás siempre han sabido que su presencia es
importante para mantener la química hormonal del bebé.
No sólo la crianza con apego proporciona un equilibrio químico
en los bebés. También ayuda a la madre. El comportamiento materno,
especialmente la lactancia materna da lugar a un “torrente” de las hormonas
prolactina y oxitocina.
Estas hormonas ayudan a la mujer a tener sentimientos maternales. De hecho
puede decirse que son la base biológica de la intuición materna. Los niveles de
prolactina aumentan de diez a veinte veces dentro de los treinta minutos
después que comienza la lactancia materna.
La
mayor parte de ella se irá de nuevo dentro de una hora. La prolactina tiene una
acción corta, con la finalidad de obtener la respuesta de la madre de amamantar
con frecuencia. Como dato curioso la oxitocina es una de las hormonas
implicadas en el enamoramiento
adulto.
Criar con el corazón definitivamente es lo mejor para los padres, hijos y la sociedad en general. Por algo nos ocurre algo fisiológicamente con la maternidad y la paternidad, de esto la biología lo sabe muy bien.
Criar con el corazón definitivamente es lo mejor para los padres, hijos y la sociedad en general. Por algo nos ocurre algo fisiológicamente con la maternidad y la paternidad, de esto la biología lo sabe muy bien.
4.
LA PATERNIDAD: Ser papá afecta al cerebro… para bien
La maternidad nos hace más inteligentes, según un estudio publicado en la revista Scientific American.com. Experimentos recientes han demostrado que las ratas madres superan a aquellas que no lo son capturando la presa en un laberinto. Al parecer estos avances cognoscitivos son duraderos, permanecen hasta la vejez.
Las
fluctuaciones hormonales llegan a producir cambios en algunas regiones
implicadas en la regulación de comportamientos maternales como la capacidad de
protección frente a los depredadores físicos.
Pues
bien, según un reciente estudio los papás no se escapan de experimentar
cambios en su materia gris. Investigadores de la Universidad de
Princenton han encontrado que la estructura del cerebro de los monos titís es distinta en
aquellos que son papás en comparación con los que no lo son. También hallaron
que los primeros eran más receptivos a una hormona relacionada con el
aprendizaje. Según los autores, esto es lo más cercano en relevancia en humanos
que se puede obtener con un animal.
El estudio es pionero en tratar de establecer una relación entre la crianza paterna y los cambios físicos en el cerebro de un primate. La investigación
“Fatherhood affects dendritic spines and
vasopressin V1a receptors in the primate prefrontal córtex” publicada en la
revista Nature Neuroscience,
demostró que “la experiencia de ser papá altera dramáticamente regiones
cerebrales que son importantes para la cognición”.
Parece
ser que los monos titís papás tienen una mayor densidad de dendritas, las
ramificaciones de las neuronas implicadas en la recepción de estímulos; es
decir quienes eran padres tenían una mayor densidad de conexiones en la región
cerebral conocida como corteza prefrontal que juega un papel crucial en las
funciones cerebrales superiores como la cognición. Claro, está región en los
humanos está más evolucionada.
Pero
no fue el único hallazgo, los investigadores también encontraron que los
cerebros de los titís papás tenían más receptores de una hormona, que en los
humanos es crucial para el aprendizaje y la memoria, conocida como vasopresina,
un neuropéptido, en esa región; la cual se piensa que participa en la conducta
paterna y la formación de lazos sociales. Eso significa que sus cerebros podían
procesar una mayor cantidad de esta sustancia química que los de los que no
eran padres.
Con
estos resultados podríamos decir que el ser papá o mamá es un buen ejercicio
para hacerse más inteligente ¿no?
Bibliografía
utilizada:
·
Ser
padres conscientes, Daniel J. Siegel y Mary Hartzell, Ediciones La Llave
·
El
apego y la perdida, J. Bowlby, Edit. Paidos Barcelona 1998
Francisco Sánchez